J. K. Rowling
La historia de Joanne Rowling se asemeja mucho a la de un cuento de hadas. Todo comenzó el 31 de julio de 1966. Hija de una madre aficionada a la lectura y de un padre maestro, Joanne (cuyo nombre en español sería Johana) se crió en Chipping Sodbury, un lugar de Escocia cerca de Bristol. De niña le gustaba pasear, junto a su hermana de 2 años menos, Dianne (en los ratos que no peleaba con ella), por el cementerio que estaba al lado de su casa... aún ahora Jo admite que esos lugares son una fuente inagotable de nombres. De chica, ella se autodenominó como una niña insegura y angustiada, con un estilo parecido al de Hermione (aunque no tan estricta como ella).
De niña, Jo contó su primer cuento a su hermana pequeña Di. En una historia, Di caía en una madriguera de conejos que le daban fresas. El primer cuento que escribió lo protagonizaba un conejo llamado Conejo. ¡Se enfermaba de sarampión y le visitaban sus amigos animales!
Se crió bajo una enseñanza bastante cerrada y antigua, en la cual la profesora sentaba a los alumnos de acuerdo a su inteligencia. Joanne fue a parar al sector de "niños cortos de luces"... quien diría que años después se convertiría en una gran escritora.
Ella detestaba las matemáticas... ¡En su primer examen sacó un cero! En sus primeros años de escuela, Rowling se pasaba las horas de la comida inventando historias protagonizadas por sus amigos convertidos en superhéroes. ¡Y siempre acababan con un "continuará"!
En la secundaria conoció a su mejor amigo, a quién le dedicó el segundo libro, Sean Harris. Según ella dice, Ron está inspirado en parte en él. Será por su simpatía, su amistad... o porque también tenía un viejo Ford Anglia turco (aunque no volador). Allí también conoció a la Señorita Shephard, profesora de inglés y una gran influencia para su vida. Claro que no toda su secundaria fue color de rosa, también habían profesores prepotentes, en los cuales se basó para hacer el personaje de Snape. Ella admite que no la pasaba bien en las clases de manualidades ya que era pésima para esas cosas.
Luego de terminar la secundaria, entró a la Universidad de Exeter, donde estudió durante cuatro años idiomas.
Graduada ya, partió hacia París a enseñar inglés. Un año después volvió a Londres para hacer un curso de Secretaria Bilingüe. Trabajó como secretaria para una companía de espías industriales (donde confiesa que la pasó horriblemente mal) y luego para Amnistía Internacional (una organización internacional en defensa de los derechos humanos).
Tiempo después, viajó a Portugal, donde conoció a Jorge Arantes, un periodista con quien se casó al poco tiempo.
¿Pero cuándo nació Harry?

En junio de 1990, mientras viajaba en un tren demorado durante cuatro horas desde Mánchester hasta Londres, surgió en su mente, completamente formada, la idea de una escuela de magos. “De repente, la idea de Harry apareció en mi imaginación, simplemente. No puedo decir por qué, o qué la desencadenó, pero vi la idea de Harry y de la escuela de magos muy explícitamente. De pronto, tuve la idea básica de un niño que no sabía quién era, que no sabía que era mago hasta que recibió una invitación para asistir a una escuela de magia. No he estado nunca tan entusiasmada con una idea”. “No sé de donde provino la idea”, le dijo al Boston Globe, “Comenzó con Harry, y luego todos los personajes y situaciones afloraron en mi cabeza”.
Cuando llegó a su apartamento en Clapham Junction, comenzó a escribir inmediatamente.
Sin embargo, en diciembre del mismo año, falleció la madre de Rowling, tras una batalla de diez años con la esclerosis múltiple. Rowling comentó “Estaba escribiendo Harry Potter en el momento en que mi madre murió. Jamás pude hablarle sobre Harry Potter”. Rowling dijo que este fallecimiento afectó profundamente su trabajo como escritora, y que incluyó muchos más detalles acerca de la pérdida de Harry en el primer libro, porque sabía cómo se sentía.
Rowling posteriormente se mudó a Oporto (Portugal) para trabajar como profesora de inglés como idioma extranjero en una academia. El 16 de octubre de 1992 contrajo matrimonio con el periodista portugués Jorge Arantes. Su hija, Jessica Isabel Rowling Arantes (llamada así en honor a Jessica Mitford), nació el 27 de julio de 1993 en Portugal. La pareja se separó en noviembre del mismo año, y Joanne Rowling se trasladó con su hija a Edimburgo (Escocia), lugar de residencia de su hermana.
Sin empleo y viviendo de los beneficios que le otorgaba el Estado, Rowling completó su primera novela escribiendo en varios cafés, especialmente el Nicolson, cada vez que lograba que Jessica se durmiese. En una entrevista de la BBC de 2001, Rowling negó el rumor de que escribía en cafés locales para escapar de su departamento sin calefacción, señalando: “No soy tan estúpida como para alquilar un departamento sin calefacción en Edimburgo en pleno invierno. Tenía calefacción”. En lugar de ello, declaró en el programa televisivo de Estados Unidos A&E Biography que una de las razones por la cual escribía en cafés era debido a que llevar a pasear a su bebé era la mejor manera de hacerla dormir.
Finalmente, en junio de 1995 el interdicto hasta entonces provisional contra Jorge Arantes se hizo permanente y la demanda de divorcio fue admitida.
Antes de su divorcio, Joanne quedó embarazada de Jessica. Luego de que naciera, cortaron su relación y ella viajó a Manchester con su madre, quien estaba muy enferma. Al mes ella murió, dejandole a su hija uno de sus peores golpes de toda su vida. Parte de ese dolor ella dijo que lo expresó en el capítulo "El Espejo de Oesed" del primer libro.
Viajó a Manchester para pasar las Navidades junto a su hermana, pero al poco tiempo decidió volver a Escocia y seguir enseñando.
La vida se le hizo difícil allí, ya que casi sin dinero en el bolsillo tenía que esperar a que su hija se durmiera para correr a un bar y estirar la tasita de café hasta el absurdo para poder escribir en un lugar con calefacción. Claro que eso no era visto con buenos ojos, pero tuvo la suerte de que su cuñado abriera su bar, el Nicolson's (sobre la calle de mismo nombre... es un restaurant-bar de precios moderados sobre un primer piso).
Allí fue donde terminó La Piedra Filosofal. Pero como cuento para niños ese libro no sería muy fácil de publicar... digamos que los niños de hoy en día no están muy dispuestos a comprar un libro de 250 páginas. Consiguió a su agente literario, Christopher Little, pero no a una editorial dispuesta a publicar el libro.
Mientras Jo tipeaba una y otra vez enviando su trabajo a diferentes editoriales (claro que todos estos editores ahora se están quedando sin pelo). Una respuesta milagrosa de Bloomsbury fue el segundo mejor momento de su vida, claro que después de Jessica. Ella confiesa que: "Anduve todo el día con un ejemplar bajo el brazo. La primera vez que lo ví en una librería tuve el loco deseo de firmarlo. Jessica chillaba cuando veía los libros en las librerías. Estoy segura de que la gente habrá creído que la hacía gritar yo...". Pero le exigieron que se agregara un segundo nombre, para ayudar con las ventas (?!) y ella eligió el de su abuela favorita: Kathleen, que es la "K." antes de "Rowling".
Luego de su publicación los problemas financieros de Joanne terminaron. Pero el libro, a pesar de su poca publicidad (solo un par de buenas reseñas), tuvo una gran aceptación en todo el Reino Unido y la editorial norteamericana Scholastic le pagó una jugosa suma de 150.000 U$S (una suma que Joanne nunca podría haber imaginado tener toda junta) asegurando la publicación de los otros 7 libros.
La publicidad, los premios ganados gracias a los libros (el más famoso es el Premio al libro Smarties de Oro, que los ganó con sus primeros dos libros) y la prensa hicieron el resto. Cuando todo parecía haberse calmado, Warner Bros. le compró los derechos de los primeros libros para llevarlos a la pantalla grande, con la promesa de un intento por no alterar en lo más mínimo la historia.
Terminó de escribir su segundo libro, La Cámara Secreta, a los dos años, lo que le pareció un trabajo muy duro ya que no estaba segura que estuviera a la altura de lo que los lectores esperaban. Pero su primer puesto en ventas durante las primeras semanas de venta le hicieron cambiar su opinión.
"Y la idea de que los niños hicieran cola en las librerías para comprar El Prisionero de Azkabán me encantaba", se confiesa. Y ni hablar de El Cáliz de Fuego, editado en inglés en el año 2000.